martes, 5 de marzo de 2013

La cenicienta del 8 de marzo




Cada marzo tropiezo con este día que trae tanta tragedia y esperanza consigo.
No voy a dar datos, que son muy trágicos, voy a contaros un cuento.

La Cenicienta se lo estaba pasando tan bien en el baile que en vez de a las doce, se presentó en casa a las seis de la mañana. La madrastra roncaba en su cuarto,así que ni se enteró. Pero claro, todo le daba vueltas y se acostó boca abajo para ver si se paraba el mundo. Así llegaron las nueve de la mañana. Cuando una se acuesta a las seis, las nueve no es buena hora para despertarse. Tenía que limpiar el garaje y sacar a los perros. Y eso fue a hacer cuando recordó todo lo que le había pasado la noche anterior. !Dios, a que venían a traerle el zapato dichoso y le entraba y tenía que cargar con el príncipe!!
Al llegar a la fiesta con aquel vestido negro entallado y los peep toe dorados, el príncipe soltó el gin tonic en la bandeja y la cogió del brazo invitándola a pasar, embelesado...
A Cenicienta  se le caía la baba sólo de ver a este Grey maravilloso, de ojos grises que se había fijado en ella. !En ella, con tanta rubia guapa en la fiesta!!
Sonaba Adele y la sacó a bailar y lo sintió junto a su cuerpo y admiró su belleza y se sintió muy, muy atraída por él. Fue algo sutil, sublime, disimulado...pero intenso... Luego desapareció entre tanta gente, iba y venía,cruzaban las miradas llenas de deseo, provocaban un nuevo encuentro junto a la barra del bar y volvían a separarse.En estos guateques, cuanto más avanzan las horas, más verdades se dicen y más se relaja el ambiente... El dejó a un lado al resto de invitados y salieron juntos al jardín.
La conversación tomó unos matices que empezaban a desmontar al mito. Si se hubiera marchado a las 12, todo hubiera sido perfecto, pero eran ya las dos de la mañana y aún iba por...
- Serás mi princesa y seremos felices y comeremos perdices.
- Mi amor, yo soy vegetariana, contestó Cenicienta
- Ja,ja,ja... eso tiene cura- respondío él
- Te quiero toda para mi, cada instante, cada día de mi vida... 
Cenicienta se acordó de una frase que le había oído un día a  Bella : " me quería sólo para él..."
- Príncipe, me gustas mucho, pero preferiría que nos conociésemos un poco más.
- Qué más necesitas saber de mi sino que te amo y que te haré la mujer más feliz de la tierra...
- Pero Príncipe, a mi me interesa saber a qué te dedicas exactamente,si cuentas chistes machistas, qué haces en tu tiempo libre, si eres liberal o conservador, qué opinas de la interrupción voluntaria del embarazo, qué piensas de la política que aplican a los inmigrantes en el país, quienes son tus amigos, si cazas o eres verde, si fumas,  o si compartes las tareas domésticas, si...- Y en ese preciso instante el príncipe, que llevaba seis o siete gin tonics, puso los ojos en blanco y cayó redondo al suelo.
Cenicienta salió corriendo hacia la sala de baile ( no sea que se despertara y le manchara de vómitos el vestido que le había prestado el hada madrina) , se acomodó el moño y pidió una heineken.
Sonaba  VVVV   y salió disparada a la pista de baile. Así conoció a Paolo, un chico alto, con gafas, que llevaba toda la noche mirándola. Y así le llegaron las seis de la mañana, retozando en el jardín con este erasmus tan divino.

Cuando estaba con la manguera repasando rincones y recordando toda la noche pasada, aparecieron los criados con el zapato en la mano, buscando en la casa a alguien a quien le quedara como un guante. Un peep tou del 38, dorado, altísimo ( que ella había perdido conociendo al erasmus)... que no pudieron calzarse las hermanastras con tanto sabañón.
Cenicienta se escondió en el garaje, detrás de la leña y afortunadamente no dieron con ella. 
Moraleja: Si crees que es tu príncipe azul, no te vayas a las 12. 






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