viernes, 31 de enero de 2014

Los niños no encogen

Llueve, nuevamente llueve y yo tengo el cesto de la ropa sucia que  me sale por el tejado. Esto me pasa por no tener secadora. Mi amiga Ara me lo dijo en su momento y hasta ahora no le he dado la razón. Llueve y no dejo de perder paraguas por comercios, casas y portales. Llueve y aún no tengo unas botas de agua rojas con lunares blancos. Llueve y estoy hasta el moño del frío. De la lluvia no, del frio, que ha hecho que tenga que pecar e ir al trabajo en coche después de superar la gripe P ( P de puñetera). Yo no quería, de verdad. Sobre todo porque luego iba a escribir de este asunto y no me gustan los reproches... no quería porque a mi me gusta pisar los charcos... Pisar los charcos es algo en claro peligro de extinción. Es común encontrar  una caravana mañanera de coches por las calles de este lugar camino de los colegios y ( aún peor)  los institutos ( jovenes twitteros que pronto tendrán igual de cortas las piernas que los dedos). Pero  cuando llueve  es deprimente, cuando llueve se para el mundo y las calles quedan vacías de viandantes, llenas de charcos aburridos.


Los padres y madres desarrollamos en esos momentos el instinto de bárbara sobreprotección y corremos a pisar el acelerador para salvar a nuestros hijos de la temible agua que cae del cielo, intentando que nada caiga en sus zapatitos, que las gotas no les rizen el pelo, privándolos del maravilloso placer que da caminar con unas botas de plástico y un impermeable. Yo siempre fuí al cole andando y mis hijas me llaman malamadre porque no las recojo del instituto. Queridas, les digo, caminad, que no vais a encoger.
Uno de los placeres encontrados tras una caminata bajo un aguacero es una ducha de agua caliente antes de sentarse a comer en la mesa camilla. Ay... me apunto!


4 comentarios:

  1. Pues encantada estoy con lo que has escrito, hoy me he ido andando al insti, después de dejar a mi niña en el cole. Hemos ido con gorro, botas de agua y sin paraguas, porque el viento se alió con la lluvia y no había manera de abrirlo. Una ducha intensa en la cara de agua y aire, una buena higiene natural. Q bien, me encanta la lluvia!! Será porque mi padre siempre decía que era un tesoro para el campo y los animales.

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    1. Querida Isabel, te imagino corriendo con Angela por las calles y me sale una sonrisa grande...a que sería divertido que fuésemos muchos más!!!

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    2. Por supuesto, sería muy divertido y casi inolvidables los momentos vividos, bss.

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  2. Siento no poder imitaros, aquí no hay manera de que caigan cuatro gotas... Bonito post. Abrazos.

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